01 diciembre, 2010

«Si Dios existe, lo que yo sinceramente no creo, sabrá que el entendimiento del hombre tiene un
límite. Fue Él quien creó este caos, donde reinan la miseria, la injusticia, la codicia, la soledad. Su
intención debe de haber sido excelente, pero los resultados son nefastos. Si Dios existe, Él será
generoso con las criaturas que deseen alejarse más pronto de esta Tierra, y puede ser que hasta
llegue a pedir disculpas por habernos obligado a pasar por aquí. »

 

Verónika decide morir. Paulo Coelho.

16 octubre, 2010

Ya no soy más que yo para siempre…

YA NO


Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.


No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.


Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.


No volveré a tocarte.


No te veré morir.

 

Idea Vilariño.

10 octubre, 2010

"... alguna vez habrá un hombre que sienta como yo, y ése destruirá mi muralla,(...) ése borrará mi memoria y será mi sombra y mi espejo y no lo sabrá."

14 septiembre, 2010

La ironía de los tiempos disímiles entre el espíritu herido incapaz de sentir amor y esa necesidad tan humana, terrenal y corpórea de compañía, esa dolorosa soledad que te hace necesitar la presencia de aquel cómplice voluntario de nuestra debilidad, ese ajeno que sin amarlo te resulta imprescindible para mantenerte de una solo pieza, queda plasmado de la manera mas bella en éste poema de Elizabeth Eleanor Siddal…

Desgastada (Worn Out)

Tus fuertes brazos me rodean,amor                                              Mi cabeza descansa sobre tu pecho                                              Suaves palabras nacen de ti                                                       Pero aún mi alma no tiene descanso
Porque no soy más que un ente asustado                                       Que jamás llegará a ser algo más                                               Salvo un ave de alas rotas                                                          Que debe huir de ti.
No puedo darte el amor                                                              Que hace tanto tiempo entregué,                                                   El amor que me golpeó y me rechazó                                             En medio de la cegadora nieve.
No puedo dar más que un deteriorado corazón                                 Y estos ojos fatigados por el dolor,                                                   Una boca marchita, incapaz de sonreír                                            Y que no podrá reír nuevamente.
Aún mantén tus brazos alrededor mío, amor,                             Hasta que me duerma;                                                             Luego déjame, sin decir adiós                                                      No sea que pueda despertar y llorar

Y es que miro alrededor y ya no encuentro más a nadie…

10 septiembre, 2010

Y esto era así sin final feliz.

Tratar de dilucidar aquellos instantes que dieron cauce a la maraña de momentos entrelazados de íntima complicidad que compartimos secretamente, sería un trabajo arduo y probablemente a estas alturas también algo doloroso.

Nunca son fáciles las despedidas, más aún cuando venís saboreando toda la amargura de un adiós incluso antes de que la intención fuese pensamiento. Intuyéndolo incluso antes del comienzo.

Atosigarme hasta saturar la mente con los miles de porqués que me persiguen como un vil inquisidor y que sé, no has de contestarme; seguir pasando noches enteras deshilando, y volviendo a tejer nuevas y distintas maneras, tonos y gestos, para trasmitirte aquella serie de preguntas que jamás he de hacerte, no es más que ahondar esta pena. Como si acaso saber que en verdad me amabas fuese a aligerar esta pesadumbre.

Ya de nada sirve querido mío, insistir con cuestiones vanas que no han de resolver lo que de base ya estaba ausente. Ir soltando las amarras, en fin dejar libre este amor es lo que estoy haciendo. Estas líneas no son más que el acto formal  por medio del cual te estoy diciendo adiós. Amor mío te libero y me libero.

He de sincerarme y decir que sabía que habría de terminar de este modo. No creo que hubiese otro. Fue como enamorarse del viento e ir tras él, como amar la nada.

Concluyo con el acto más sincero que ésta pena me permite: Mi querido amor, fue un placer y privilegio haberte amado.

 

p/d: It may be over but it won't stop there,
I am here for you if you'd only care…

And as you move on, remember me,
Remember us and all we used to be
I've seen you cry, I've seen you smile.
I've watched you sleeping for a while.
You'd be the father of my child.
I'd spend a lifetime with you.

Goodbye my lover.
Goodbye my friend.
You have been the one.
You have been the one for me.

05 septiembre, 2010

Hoy sos como este cigarro que no tengo, porque... bueno, no estás, y porque, preferiría… ah, se entiende!

02 septiembre, 2010

Sonetos desde el infierno

Todo lo que pudo ser, aunque haya sido,
jamás ha sido como fue soñado.
El dios de la miseria se ha encargado
de darle a la realidad otro sentido.
Otro sentido, nunca presentido,
cubre hasta el deseo realizado;
de modo que el placer aun disfrutado
jamás podrá igualar al inventado.
Cuando tu sueño se haya realizado
(difícil, muy difícil cometido)
no habrá la sensación de haber triunfado,
más bien queda en el cerebro fatigado
la oscura intuición de haber vivido
bajo perenne estafa sometido.

 

Reinaldo Arenas
(La Habana, 1972)

28 agosto, 2010

Había pasado mucho tiempo desde aquella tarde gris, la ruta, ella y su soledad. Aimé ya comenzaba a sentir la desazón de las ilusiones corroídas y el peso contundente de un sentimiento tan ajeno como propio.

Esta vez había aterrizado casi por casualidad en una ciudad grande y era algo así como un golpe de gracia del destino, que rayaba el sarcasmo premeditado de un pasado repetitivo que se negaba a abandonarla.Siempre rodeada de un sinnúmero de personas y sin embargo siempre sola.

Asomaba la tarde y ella estaba sentada en un banquito de un parada de micros como esperándolo, siempre a Él. Soñándolo despierta únicamente a Él.

La epifanía vino a ella como un furibundo recuerdo. Suspiró, secó una lágrima y enfundando un poco de coraje, partió a su morada de ocasión.

Mantenía abierto el destartalado librito marrón sobre una mesa.  Y su mano amenazaba con dejar caer algunas líneas:

 No olvidar de RECORDAR: del latín recordari, volver a pasar por el corazón.


Licencia de Creative Commons
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina .

01 agosto, 2010

Historia de amor

Quizá mi nombre es nuevo para ti,

quizá mi voz tan sólo son palabras.

Quizá tus labios duden frente a mí,

no saben que me besaron cada mañana.

Me ves y no me miras, me oyes sin escuchar

y yo como una niña, otra vez, me vuelvo a enamorar.

Confía en mí, volveremos a cruzarnos por la playa.

Volverá a llevarse el viento mi paraguas

y otra vez podrás poner sobre mi espalda tu jersey

y otra vez no hará falta decir nada.

LHDVG.

31 julio, 2010

25 julio, 2010

Pero seguía volando, desesperadamente…

Vuelo sin orillas


Abandoné las sombras,
las espesas paredes,
los ruidos familiares,
la amistad de los libros,
el tabaco, las plumas,
los secos cielorrasos;
para salir volando,
desesperadamente.


Abajo: en la penumbra,
las amargas cornisas,
las calles desoladas,
los faroles sonámbulos,
las muertas chimeneas
los rumores cansados,
desesperadamente.


Ya todo era silencio,
simuladas catástrofes,
grandes charcos de sombra,
aguaceros, relámpagos,
vagabundos islotes
de inestable riberas;
pero seguí volando,
desesperadamente.


Un resplandor desnudo,
una luz calcinante
se interpuso en mi ruta,
me fascinó de muerte,
pero logré evadirme
de su letal influjo,
para seguir volando,
desesperadamente.


Todavía el destino
de mundos fenecidos,
desorientó mi vuelo
-de sideral constancia-
con sus vanas parábolas
y sus aureolas falsas;
pero seguí volando,
desesperadamente.


Me oprimía lo fluido,
la limpidez maciza,
el vacío escarchado,
la inaudible distancia,
la oquedad insonora,
el reposo asfixiante;
pero seguía volando,
desesperadamente.


Ya no existía nada,
la nada estaba ausente;
ni oscuridad, ni lumbre,
-ni unas manos celestes-
ni vida, ni destino,
ni misterio, ni muerte;
pero seguía volando,
desesperadamente.

Oliverio Girondo

18 julio, 2010

Traductor de Almas II

LEOPOLDO. — En el sueño yo sentía algo muy especial…

REACHEL. — ¿Qué cosa Williams?… Perdón, Leopoldo…  es amor… Me amas, nos venimos amando  desde hace siglos, nuestras almas se aman, no importa el cuerpo que tengamos… (…)

LEOPOLDO. — ¿Y qué vamos a hacer con este amor? ¡¡No puedo ni tocarte!!  Estoy sintiendo una cosa tibia acá (Leopoldo se señala el pecho), y sé que va a comenzar a doler…

REACHEL. — Te estas acordando… te estas acordando…

Fragmento de “No te mueras sin decirme a dónde vas”

04 julio, 2010

Traductor de Almas

¡Qué desastre que somos! Vos tenés miedo a nacer, yo tengo miedo a morirme… ¿Me querés decir cuando nos vamos a encontrar?

01 julio, 2010

Todo es confuso, las sonrisas, las lágrimas, tu mirada siempre amable, las cortesías, el dolor, la tristeza, la distancia, la cercanía intangible de los abrazos fabricados, de los besos inventados, vos, principalmente vos… sí, es confuso y fácilmente confundible, como muchas de las cosas últimamente.

El no lograr atinar alguna palabra sensata, el no ser capaz de mirarte a los ojos, son síntomas inconfundibles. Lo sé, los reconozco pero finjo no darme cuenta de ello, elijo que sea de esa manera. Lo hace más fácil.

Espero… (Léase por esto: te espero a ti, o en su defecto a esa versión alternativa del fantasma que alguna vez fuiste).

Miro distraída el despliegue de paraguas y la tenue llovizna. A lo lejos logro verte. Venís con el paso lento y el pelo mojado. Te pasas la mano por la cara secándote las gotas de lluvia y seguís con el rostro inmutable. Yo contengo la respiración.

Comienzo a retorcerme inquieta sobre la silla… te miro nuevamente y esta vez me regalas una sonrisa amplia, tan dulce, tan amable e indescifrable como siempre y me cuesta refrenar esa descarga de adrenalina que me traslada el corazón hacia el estomago.

Entras y lentamente te vas acercando hacia la mesa. Respiro hondo como tratando de infundirme valor… y luego… luego lo de siempre, una sonrisa y el silencio.

Y nuevamente vuelvo a decirme: sí, la próxima… sí, quizás la próxima vez dejé de utilizar los artilugios de las palabras sutiles y refinadas, en suaves prosas metafóricas para tratar de explicarte lo que se resume en las dos únicas palabras que no me atrevo a decirte…


Licencia de Creative Commons
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 2.5 Argentina .

25 junio, 2010

Sacudirse las dudas, hacerle frente a los miedos... abrir el corazón... no dejar de soñar. Asuntos pendientes próximos a resolver.
Quizás porque ya descendí a los infiernos es que cuesta un poco más.

22 mayo, 2010

"He amado hasta el punto de enloquecer; y eso a lo que llaman locura, para mí, es la única forma sensata de amar." (Françoise Sagan)

07 mayo, 2010

Brida caminó en dirección al Mago. Los dos se encontraron cerca de la hoguera. Las palabras eran difíciles. Fue ella quien rompió el silencio.brida-654x1024
▬ Llevamos el mismo camino.
Él asintió con la cabeza.
▬ Entonces vamos a seguirlo juntos.
▬ Pero tú no me amas ▬dijo el Mago.
▬ Sí te amo. Aún no conozco mi amor por ti, pero te amo. Tú eres mi Otra Parte.
La mirada del Mago, sin embargo, estaba distante. (…)
▬ No me voy ▬dijo ella ▬ Me quedo contigo.
▬ Tu enamorado te está esperando ▬respondió el Mago▬. Yo bendeciré vuestro amor.
Brida lo miró sin entender.
▬ Nadie puede poseer una salida de sol como aquella que vimos una tarde ▬continuó▬. Así como nadie puede poseer una tarde con lluvia golpeando las ventanas, o la serenidad que un niño durmiendo derrama alrededor, o el momento mágico de las olas rompiendo en las rocas. Nadie puede poseer lo más bello que existe en la Tierra, pero podemos conocer y amar. (…)
El Mago extendió la mano hacia Brida y le entregó una flor.
Cuando nos conocimos, y parece que yo siempre te conocí, porque no consigo recordar cómo era el mundo antes, te mostré la Noche Oscura. Quería ver cómo enfrentabas tus propios límites. Ya sabía que estaba delante de mi Otra Parte, y esta Otra Parte iba a enseñarme todo lo que yo necesitaba aprender.
Brida tocaba la flor (…)
▬ Las personas dan flores de regalo porque en las flores está el verdadero sentido del amor. Quien intente poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limite a mirar una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta de sol, con el olor a tierra mojada y con las nubes en el horizonte.
Brida miraba la flor. El Mago volvió a tomarla y la devolvió al bosque. Los ojos de Brida se llenaron de lágrimas. Estaba orgullosa de su Otra Parte.
▬ El bosque me enseñó esto: que tú nunca serás mía y por eso te tendré para siempre. Tú fuiste la esperanza de mis días de soledad, la angustia de mis momentos de duda, la certeza de mis instantes de fe.
(…) “Sólo por tener la certeza de tu existencia, es por lo que continué existiendo.”
Brida no conseguía reprimir las lágrimas.
▬ Entonces tú llegaste y entendí todo esto. Llegaste para liberarme de la esclavitud que yo mismo me había creado, para decirme que estaba libre, que podía volver al mundo y a las cosas del mundo. Yo entendí todo lo que necesitaba saber y te amo más que a todas la mujeres que conocí en mi vida, más de lo que amé a la mujer que me desvió, sin querer, al bosque. Me acordaré siempre de que el amor es la libertad. (…)
Las llamas crepitaban en la hoguera y los pocos invitados que quedaban comenzaban a despedirse. Pero Brida no escuchaba nada de lo que estaba pasando. ▬¡Brida!▬ Oyó una voz distante.
▬ Él te está mirando, muchacha▬dijo el Mago. Era una frase de una vieja película que había visto. (…)
Me acordaré de ti y tú de mí. Así como nos acordaremos del atardecer, de las ventanas con lluvia, de las cosas que tendremos siempre porque no podremos poseerlas.
▬ ¡Brida!▬ volvió a llamar Lorens.
▬ Ve en paz▬ dijo el Mago▬ y seca esas lágrimas. O di que se deben a las cenizas de la hoguera.
No me olvides nunca▬ dijo ella. Sabía que no necesita decir aquello. Pero, de todas formas, lo dijo.
(Paulo Coelho. Fragmento de Brida)

03 mayo, 2010


Hay momentos en la vida en los cuales los recuerdos te persiguen, te atosigan, te acorralan. Hay momentos en los cuales pareciera que el universo conspirara contra tu paz mental, tejiendo con hilos invisibles la senda que te va transportando de una trampa a otra; una simple canción en la radio, esa que hacía tanto no escuchabas, esa que trae al presente su sonrisa, sus ojos, su forma de mirar; la frase de un desconocido escuchada al pasar, esa que él solía recitarte con afán como tratando que entendieras la verdad oculta tras las palabras.
Y así va discurriendo el día entre brechas de calma y pequeños instantes de furiosa tempestad, sangrante de recuerdos. No sucede siempre ni todos los días, pero cuando ocurre, la certeza de saber que va a pasar, que la calma volverá, parece un pensamiento abstracto, efímero y casi imposible.
Hoy fue uno de esos días en que las memorias pasadas me cercaron y no me dejaron ninguna vía de escape. El golpe de gracia que el destino me tendió fue un poeta cubano, Buesa. Leer, para mí suele ser una vía de escape y aquel pequeño volumen antológico parecía una buena distracción, era de lo más inofensivo.
Abrí el libro decidida a pasar un momento de relajante y amena lectura , pero uno de los primeros poemas rezaba la frase: “porque puedo dejarte de amar, y sin embargo… ¡no te puedo olvidar!”
Debería haberme dado cuenta que seguir leyendo no era una buena idea; sin embargo continué y me topé con el siguiente poema:
Te Acordarás un Día
Te acordaras un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía
porque te quiso tanto... que no te lo decía.
Aquel amante loco... que era como un amigo,
y que se fue con otra... para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante.
Profesor de horas lentas con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido
solo para quererte... como a nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajero silencioso de las noches de estío
que miraba tus ojos, como quien mira un río.
Te acordaras un día de aquel hombre lejano
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.
Quizás así de pronto... te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secara en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y el andará en la sombra con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.
José Ángel Buesa.
Dedicado a usted que es una “buena y extraordinaria persona”, que ha llenado mis horas vacías y supo secar mis lágrimas. Dedicado a usted, que hoy sus recuerdos fueron mi tempestad.

24 abril, 2010

Que sepas que ya no soy la misma
Que hablo más, que callo menos;
Que sigo amando el silencio
Pero aprendí a apreciar las palabras.
Que sepas que duermo menos, que sueño más;
Que sigo viviendo en la realidad
Pero aprendí a creer en la magia.
Que sepas que río más, que lloro menos;
Que sigue habiendo un vacio
Pero aprendí a ser su amiga.
Que sepas que pienso menos, que siento más;
Que la lógica me sigue persiguiendo
Pero aprendí a permitirme seguir mis emociones.
En fin, que sepas que ya no soy la misma
Y que sin embargo no soy tan distinta.
Que sigo siendo una enamorada de las causas pérdidas,
Que sigo siendo torpe cuando me pongo nerviosa,
Y por sobre todo, que seguís siendo
La primera causa de todo lo anterior.

20 abril, 2010

Para seguir creyendo...


Cada persona que pasa por nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrá de los que no nos dejarán nada.
Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges

18 abril, 2010

El comienzo

Aimé mantenía la vista fija en la carretera mientras maneja sin rumbo.
Conducía por una ruta del interior de la provincia, prácticamente desierta, a no ser por algún que otro auto que pasaba cada tanto.
Cuando alzó la vista, logró observar que un cúmulo de nubes negruzcas amenazaba con descargar en cualquier momento. Perezosas iban copando con deliberada lentitud aquel cielo crepuscular.
Su mente y su corazón ya se encontraban a cientos de años de distancia de aquel lugar cuando decidió que era momento de parar a un costado de la ruta.
Era su merecido descanso luego de horas de manejar, de varios años de lágrimas contenidas y de siglos de búsqueda.
Apagó el motor y encendió la radio. Acomodó el volumen hasta que sólo se pudo oír un leve murmullo. Mientras encendía un cigarrillo, esta dama de ojos taciturnos, situó su anatomía lo mejor que pudo en el asiento del acompañante.
Aimé miraba el poniente a través del parabrisas mientras sus pensamientos se hundían en aquellos ojos amorosos y sonrientes, tan propios, tan suyos y a la vez totalmente desconocidos; que noche tras noche la visitaban en sueños.
Como persona reservada y muchas veces solitaria que era, Aimé no era mujer de muchas palabras.
Antes de comenzar este viaje, se había decido a llevar consigo un diario personal para ir documentando el día a día. Era un intento de dejar una huella de su paso por este mundo loco y desamorado en el cual había nacido. Todavía no lo había estrenado, no estaba segura cómo comenzar y qué escribir.
Caían las primeras gotas cuando el sonido estrepitoso de los primeros truenos la sacaron de su ensoñación. Sacudió levemente su cabeza de un lado a otro como queriendo desterrar algún pensamiento erróneo o doloroso.
Fijó la vista en la guantera y de allí extrajo un pequeño libro marrón de tapas duras y raídas y un bolígrafo azul.
Lentamente comenzó a escribir:

No sé cómo comenzar, creo que lo mejor va a ser presentarme, por si alguien algún día te llega a encontrar sepa quién te escribió. Soy Aimé y a esta fecha llevo conmigo varios otoños, fríos y desiertos en mis espaldas. Pero hará cosa de unas semanas que una insipiente primavera tocó a mi puerta en forma de sueño. Ése sueño vestía los ropajes de unos ojos almendrados y amables. Desde aquella primera noche, ellos me visitan, me persiguen día tras día. Y la ardorosa e insistente mirada enamorada que ellos posan en mí, me turba hasta el punto de la tortura.
¡No lo soporto más! No soporto la idea de no saber si son reales o no. No soporto la idea de amar tan desesperadamente a algo tan intangible.
Pero hoy se acabó. Sí, ¡se acabó! Hoy comienza mi búsqueda, si son reales los he de encontrar, aunque en ello se me vaya la vida…

Para que me conozcan...


Todo nuevo comienzo implica un riesgo, un desafío. Hoy me embarco en esta empresa de desvelos mágicos y delirios nocturnos que ocupa gran parte de mi universo y que desde hoy, me he decidido a compartir. Este pequeño mundo, mi universo particular, es un espacio atemporal donde sueño y realidad se mezclan; donde la nostalgia de lo no vivido le hace sitio a la esperanza y al anhelo de todas aquellas vidas que se han de vivir a través de los tiempos; a ese recuerdo perenne, fielmente resguardado en algún recóndito e inhóspito sitio del corazón, de lo que fuimos hace miles de años y de lo que hemos de ser; del porvenir que nos espera con paciencia…

Es que algunos sueños huyen lejos mientras te quedás ahí, solitario, imaginando qué hubiera sido de ellos si hubieran confiado en vos (Carolina Di Bella).

Espero que este sueño confíe en mí…