24 abril, 2010

Que sepas que ya no soy la misma
Que hablo más, que callo menos;
Que sigo amando el silencio
Pero aprendí a apreciar las palabras.
Que sepas que duermo menos, que sueño más;
Que sigo viviendo en la realidad
Pero aprendí a creer en la magia.
Que sepas que río más, que lloro menos;
Que sigue habiendo un vacio
Pero aprendí a ser su amiga.
Que sepas que pienso menos, que siento más;
Que la lógica me sigue persiguiendo
Pero aprendí a permitirme seguir mis emociones.
En fin, que sepas que ya no soy la misma
Y que sin embargo no soy tan distinta.
Que sigo siendo una enamorada de las causas pérdidas,
Que sigo siendo torpe cuando me pongo nerviosa,
Y por sobre todo, que seguís siendo
La primera causa de todo lo anterior.

20 abril, 2010

Para seguir creyendo...


Cada persona que pasa por nuestra vida es única.
Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros.
Habrá los que se llevarán mucho,
pero no habrá de los que no nos dejarán nada.
Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges

18 abril, 2010

El comienzo

Aimé mantenía la vista fija en la carretera mientras maneja sin rumbo.
Conducía por una ruta del interior de la provincia, prácticamente desierta, a no ser por algún que otro auto que pasaba cada tanto.
Cuando alzó la vista, logró observar que un cúmulo de nubes negruzcas amenazaba con descargar en cualquier momento. Perezosas iban copando con deliberada lentitud aquel cielo crepuscular.
Su mente y su corazón ya se encontraban a cientos de años de distancia de aquel lugar cuando decidió que era momento de parar a un costado de la ruta.
Era su merecido descanso luego de horas de manejar, de varios años de lágrimas contenidas y de siglos de búsqueda.
Apagó el motor y encendió la radio. Acomodó el volumen hasta que sólo se pudo oír un leve murmullo. Mientras encendía un cigarrillo, esta dama de ojos taciturnos, situó su anatomía lo mejor que pudo en el asiento del acompañante.
Aimé miraba el poniente a través del parabrisas mientras sus pensamientos se hundían en aquellos ojos amorosos y sonrientes, tan propios, tan suyos y a la vez totalmente desconocidos; que noche tras noche la visitaban en sueños.
Como persona reservada y muchas veces solitaria que era, Aimé no era mujer de muchas palabras.
Antes de comenzar este viaje, se había decido a llevar consigo un diario personal para ir documentando el día a día. Era un intento de dejar una huella de su paso por este mundo loco y desamorado en el cual había nacido. Todavía no lo había estrenado, no estaba segura cómo comenzar y qué escribir.
Caían las primeras gotas cuando el sonido estrepitoso de los primeros truenos la sacaron de su ensoñación. Sacudió levemente su cabeza de un lado a otro como queriendo desterrar algún pensamiento erróneo o doloroso.
Fijó la vista en la guantera y de allí extrajo un pequeño libro marrón de tapas duras y raídas y un bolígrafo azul.
Lentamente comenzó a escribir:

No sé cómo comenzar, creo que lo mejor va a ser presentarme, por si alguien algún día te llega a encontrar sepa quién te escribió. Soy Aimé y a esta fecha llevo conmigo varios otoños, fríos y desiertos en mis espaldas. Pero hará cosa de unas semanas que una insipiente primavera tocó a mi puerta en forma de sueño. Ése sueño vestía los ropajes de unos ojos almendrados y amables. Desde aquella primera noche, ellos me visitan, me persiguen día tras día. Y la ardorosa e insistente mirada enamorada que ellos posan en mí, me turba hasta el punto de la tortura.
¡No lo soporto más! No soporto la idea de no saber si son reales o no. No soporto la idea de amar tan desesperadamente a algo tan intangible.
Pero hoy se acabó. Sí, ¡se acabó! Hoy comienza mi búsqueda, si son reales los he de encontrar, aunque en ello se me vaya la vida…

Para que me conozcan...


Todo nuevo comienzo implica un riesgo, un desafío. Hoy me embarco en esta empresa de desvelos mágicos y delirios nocturnos que ocupa gran parte de mi universo y que desde hoy, me he decidido a compartir. Este pequeño mundo, mi universo particular, es un espacio atemporal donde sueño y realidad se mezclan; donde la nostalgia de lo no vivido le hace sitio a la esperanza y al anhelo de todas aquellas vidas que se han de vivir a través de los tiempos; a ese recuerdo perenne, fielmente resguardado en algún recóndito e inhóspito sitio del corazón, de lo que fuimos hace miles de años y de lo que hemos de ser; del porvenir que nos espera con paciencia…

Es que algunos sueños huyen lejos mientras te quedás ahí, solitario, imaginando qué hubiera sido de ellos si hubieran confiado en vos (Carolina Di Bella).

Espero que este sueño confíe en mí…