22 mayo, 2010

"He amado hasta el punto de enloquecer; y eso a lo que llaman locura, para mí, es la única forma sensata de amar." (Françoise Sagan)

07 mayo, 2010

Brida caminó en dirección al Mago. Los dos se encontraron cerca de la hoguera. Las palabras eran difíciles. Fue ella quien rompió el silencio.brida-654x1024
▬ Llevamos el mismo camino.
Él asintió con la cabeza.
▬ Entonces vamos a seguirlo juntos.
▬ Pero tú no me amas ▬dijo el Mago.
▬ Sí te amo. Aún no conozco mi amor por ti, pero te amo. Tú eres mi Otra Parte.
La mirada del Mago, sin embargo, estaba distante. (…)
▬ No me voy ▬dijo ella ▬ Me quedo contigo.
▬ Tu enamorado te está esperando ▬respondió el Mago▬. Yo bendeciré vuestro amor.
Brida lo miró sin entender.
▬ Nadie puede poseer una salida de sol como aquella que vimos una tarde ▬continuó▬. Así como nadie puede poseer una tarde con lluvia golpeando las ventanas, o la serenidad que un niño durmiendo derrama alrededor, o el momento mágico de las olas rompiendo en las rocas. Nadie puede poseer lo más bello que existe en la Tierra, pero podemos conocer y amar. (…)
El Mago extendió la mano hacia Brida y le entregó una flor.
Cuando nos conocimos, y parece que yo siempre te conocí, porque no consigo recordar cómo era el mundo antes, te mostré la Noche Oscura. Quería ver cómo enfrentabas tus propios límites. Ya sabía que estaba delante de mi Otra Parte, y esta Otra Parte iba a enseñarme todo lo que yo necesitaba aprender.
Brida tocaba la flor (…)
▬ Las personas dan flores de regalo porque en las flores está el verdadero sentido del amor. Quien intente poseer una flor, verá marchitarse su belleza. Pero quien se limite a mirar una flor en un campo, permanecerá para siempre con ella. Porque ella combina con la tarde, con la puesta de sol, con el olor a tierra mojada y con las nubes en el horizonte.
Brida miraba la flor. El Mago volvió a tomarla y la devolvió al bosque. Los ojos de Brida se llenaron de lágrimas. Estaba orgullosa de su Otra Parte.
▬ El bosque me enseñó esto: que tú nunca serás mía y por eso te tendré para siempre. Tú fuiste la esperanza de mis días de soledad, la angustia de mis momentos de duda, la certeza de mis instantes de fe.
(…) “Sólo por tener la certeza de tu existencia, es por lo que continué existiendo.”
Brida no conseguía reprimir las lágrimas.
▬ Entonces tú llegaste y entendí todo esto. Llegaste para liberarme de la esclavitud que yo mismo me había creado, para decirme que estaba libre, que podía volver al mundo y a las cosas del mundo. Yo entendí todo lo que necesitaba saber y te amo más que a todas la mujeres que conocí en mi vida, más de lo que amé a la mujer que me desvió, sin querer, al bosque. Me acordaré siempre de que el amor es la libertad. (…)
Las llamas crepitaban en la hoguera y los pocos invitados que quedaban comenzaban a despedirse. Pero Brida no escuchaba nada de lo que estaba pasando. ▬¡Brida!▬ Oyó una voz distante.
▬ Él te está mirando, muchacha▬dijo el Mago. Era una frase de una vieja película que había visto. (…)
Me acordaré de ti y tú de mí. Así como nos acordaremos del atardecer, de las ventanas con lluvia, de las cosas que tendremos siempre porque no podremos poseerlas.
▬ ¡Brida!▬ volvió a llamar Lorens.
▬ Ve en paz▬ dijo el Mago▬ y seca esas lágrimas. O di que se deben a las cenizas de la hoguera.
No me olvides nunca▬ dijo ella. Sabía que no necesita decir aquello. Pero, de todas formas, lo dijo.
(Paulo Coelho. Fragmento de Brida)

03 mayo, 2010


Hay momentos en la vida en los cuales los recuerdos te persiguen, te atosigan, te acorralan. Hay momentos en los cuales pareciera que el universo conspirara contra tu paz mental, tejiendo con hilos invisibles la senda que te va transportando de una trampa a otra; una simple canción en la radio, esa que hacía tanto no escuchabas, esa que trae al presente su sonrisa, sus ojos, su forma de mirar; la frase de un desconocido escuchada al pasar, esa que él solía recitarte con afán como tratando que entendieras la verdad oculta tras las palabras.
Y así va discurriendo el día entre brechas de calma y pequeños instantes de furiosa tempestad, sangrante de recuerdos. No sucede siempre ni todos los días, pero cuando ocurre, la certeza de saber que va a pasar, que la calma volverá, parece un pensamiento abstracto, efímero y casi imposible.
Hoy fue uno de esos días en que las memorias pasadas me cercaron y no me dejaron ninguna vía de escape. El golpe de gracia que el destino me tendió fue un poeta cubano, Buesa. Leer, para mí suele ser una vía de escape y aquel pequeño volumen antológico parecía una buena distracción, era de lo más inofensivo.
Abrí el libro decidida a pasar un momento de relajante y amena lectura , pero uno de los primeros poemas rezaba la frase: “porque puedo dejarte de amar, y sin embargo… ¡no te puedo olvidar!”
Debería haberme dado cuenta que seguir leyendo no era una buena idea; sin embargo continué y me topé con el siguiente poema:
Te Acordarás un Día
Te acordaras un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía
porque te quiso tanto... que no te lo decía.
Aquel amante loco... que era como un amigo,
y que se fue con otra... para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante.
Profesor de horas lentas con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido
solo para quererte... como a nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajero silencioso de las noches de estío
que miraba tus ojos, como quien mira un río.
Te acordaras un día de aquel hombre lejano
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.
Quizás así de pronto... te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secara en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y el andará en la sombra con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.
José Ángel Buesa.
Dedicado a usted que es una “buena y extraordinaria persona”, que ha llenado mis horas vacías y supo secar mis lágrimas. Dedicado a usted, que hoy sus recuerdos fueron mi tempestad.