03 mayo, 2010


Hay momentos en la vida en los cuales los recuerdos te persiguen, te atosigan, te acorralan. Hay momentos en los cuales pareciera que el universo conspirara contra tu paz mental, tejiendo con hilos invisibles la senda que te va transportando de una trampa a otra; una simple canción en la radio, esa que hacía tanto no escuchabas, esa que trae al presente su sonrisa, sus ojos, su forma de mirar; la frase de un desconocido escuchada al pasar, esa que él solía recitarte con afán como tratando que entendieras la verdad oculta tras las palabras.
Y así va discurriendo el día entre brechas de calma y pequeños instantes de furiosa tempestad, sangrante de recuerdos. No sucede siempre ni todos los días, pero cuando ocurre, la certeza de saber que va a pasar, que la calma volverá, parece un pensamiento abstracto, efímero y casi imposible.
Hoy fue uno de esos días en que las memorias pasadas me cercaron y no me dejaron ninguna vía de escape. El golpe de gracia que el destino me tendió fue un poeta cubano, Buesa. Leer, para mí suele ser una vía de escape y aquel pequeño volumen antológico parecía una buena distracción, era de lo más inofensivo.
Abrí el libro decidida a pasar un momento de relajante y amena lectura , pero uno de los primeros poemas rezaba la frase: “porque puedo dejarte de amar, y sin embargo… ¡no te puedo olvidar!”
Debería haberme dado cuenta que seguir leyendo no era una buena idea; sin embargo continué y me topé con el siguiente poema:
Te Acordarás un Día
Te acordaras un día de aquel amante extraño
que te besó en la frente para no hacerte daño.
Aquel que iba en la sombra con la mano vacía
porque te quiso tanto... que no te lo decía.
Aquel amante loco... que era como un amigo,
y que se fue con otra... para soñar contigo.
Te acordarás un día de aquel extraño amante.
Profesor de horas lentas con alma de estudiante.
Aquel hombre lejano... que volvió del olvido
solo para quererte... como a nadie ha querido.
Aquel que fue ceniza de todas las hogueras
y te cubrió de rosas sin que tu lo supieras.
Te acordarás un día del hombre indiferente
que en las tardes de lluvia te besaba en la frente.
Viajero silencioso de las noches de estío
que miraba tus ojos, como quien mira un río.
Te acordaras un día de aquel hombre lejano
del que más te ha querido... porque te quiso en vano.
Quizás así de pronto... te acordarás un día
de aquel hombre que a veces callaba y sonreía.
Tu rosal preferido se secara en el huerto
como para decirte que aquel hombre se ha muerto.
Y el andará en la sombra con su sonrisa triste.
Y únicamente entonces sabrás que lo quisiste.
José Ángel Buesa.
Dedicado a usted que es una “buena y extraordinaria persona”, que ha llenado mis horas vacías y supo secar mis lágrimas. Dedicado a usted, que hoy sus recuerdos fueron mi tempestad.

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