LEOPOLDO. — En el sueño yo sentía algo muy especial…
REACHEL. — ¿Qué cosa Williams?… Perdón, Leopoldo… es amor… Me amas, nos venimos amando desde hace siglos, nuestras almas se aman, no importa el cuerpo que tengamos… (…)
LEOPOLDO. — ¿Y qué vamos a hacer con este amor? ¡¡No puedo ni tocarte!! Estoy sintiendo una cosa tibia acá (Leopoldo se señala el pecho), y sé que va a comenzar a doler…
REACHEL. — Te estas acordando… te estas acordando…
Fragmento de “No te mueras sin decirme a dónde vas”
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